sábado, 12 de diciembre de 2009

Jóvenes: Entre tensiones y paradojas

Por: Miryam Vargas A.

En el 2004 CEPAL publica un importante informe denominado: “La Juventud en Iberoamérica. Tendencias y Urgencias”, destacando, en primer término, aquellas tensiones que los jóvenes estarían viviendo con mayor dramatismo en relación al resto de la población. Estas tensiones, o también consideradas paradojas, serían las siguientes:

1. Más educación, menos empleo. Los jóvenes de hoy tienen más años de escolaridad formal que las generaciones precedentes pero a la vez duplican y hasta triplican las tasas de desempleo en relación al de los adultos.
2. Más información, menos poder. Los jóvenes gozan de una mayor y significativa participación en redes informáticas y tienen más acceso a información que otros grupos etareos; pero al mismo tiempo, tienen menos participación en los espacios de toma de decisiones.
3. Las expectativas de autonomía de los jóvenes son mayores en relación a las generaciones precedentes; pero al mismo tiempo, tienen menos opciones para materializarla. Esto se refleja por ejemplo en una mayor extensión temporal de los jóvenes para lograr su independencia económica, así como de mayores obstáculos para acceder a una vivienda autónoma.
4. Se hallan mejor provistos de salud pero menos reconocidos en su morbimortalidad específica (accidentes, agresiones físicas, uso nocivo de drogas, ETS, embarazos no deseados y precoces, y otros). Los jóvenes viven un contraste entre buena salud y riesgos sanitarios poco cubiertos.
5. Más dúctiles y móviles, pero al mismo tiempo, más afectados por trayectorias migratorias inciertas. No tienen plena ciudadanía, no forman parte de la sociedad que los recibe, enfrentan dificultades para acceder a empleos estables, y deben asimilarse a otra cultura.
6. Más cohesionados hacia adentro, pero con mayor impermeabilidad hacia fuera. El consumo cultural de los jóvenes permite generar identidades colectivas y participar de universos simbólicos; sin embargo, denotan dificultades para armonizar con el resto de la sociedad, especialmente con la población adulta y las figuras de autoridad.
7. Más aptos para el cambio productivo, pero más excluidos de este. Los jóvenes constituyen una población cuya dinámica discurre al ritmo de los tiempos, lo contrario sucede con la población adulta en la que sus destrezas corren permanente riesgo de quedar obsoletas.
8. Entre receptores de políticas y protagonistas del cambio. Si hace algunas décadas atrás los jóvenes se redefinieron como protagonistas del gran cambio social, hoy la juventud se redefine, en la esfera del discurso público, como objeto de políticas sociales y sujeto de derechos.
9. Los jóvenes se encuentran entre la expansión del consumo simbólico (mayor acceso a educación formal, medios de comunicación, mundos virtuales, y a los íconos de la publicidad) y la restricción en el consumo material (por el índice de pobreza juvenil y la restricción de fuentes de generación de ingresos).
10. autodeterminación y determinismo, por una parte (creciente disponibilidad de espacios de libertad que antes eran privativos), y precariedad y desmovilización, por otra (no constituyen un sujeto específico de derecho, están estigmatizados, tienen una baja participación electoral y desmotivación para involucrase en el sistema político, y su autonomía económica se ve postergada).

Más allá de las particularidades de cada país, estas 10 tensiones o paradojas describen muy bien el contexto en el que viven los jóvenes de toda América Latina. Este y otros datos que nos proporciona el informe de CEPAL 2004, además de su reciente informe del 2008, constituyen junto a otros documentos (del Banco Mundial y Naciones Unidas), una exhortación a la sociedad y en especial a los gobiernos, a orientar acciones que mejoren la calidad de vida de los jóvenes y que estos puedan ser asumidos, además, como un sector estratégico para el desarrollo. Esto último considerando el tema del bono demográfico que atraviesa la región. Así pues, resulta insuficiente la perspectiva de género como marco de nuestras agendas para el desarrollo, hace falta una perspectiva generacional, la misma que nos permita acortar las brechas de exclusión en la que se ven sumidos una buena parte de los jóvenes, aquí en el Perú, y en el resto de América Latina.

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